
¡Cómo me gusta soñar! ¡Dejarme llevar! Me deleita lo imposible, ver que no hay barreras, hay tantas limitaciones, que no son, hay tantos cercos a las sensaciones, tantas chispas apagadas.
Me gusta contagiar el sueño y mezclarlo y dar pinceladas con todos los cuerpos, con todos los colores y ver que todo se puede lograr, que las personas damos cuerda y bailamos juntos a un mismo son.
Me gusta que entiendan y no limiten la imaginación, la ilusión… Soy consciente y parte privilegiada de la realidad que me hace florecer anclada a la tierra que me hace tan, tan feliz, pero ¿Por qué no desear y pensar que todo es posible? Sí, todo es posible, al menos por un suspiro, un momento, lo único necesario es querer.
Me gusta amanecer con una sonrisa y como alarma una canción “despertando al diablo” y arder en la fantasía que me hace volar y ver más y nunca me pidáis que me ciña a lo establecido, que te diga en tu casa o en la mía, tengo esa limitación, si lo tuviese tan claro ¡No sería yo! Y tú ¡No serías tú!
Me gusta mirar el mar y perderme en su olor que me embriaga y escuchar las olas mecerse, como canto de Sirenas que nubla los sentidos y ver las formas, las ondas que se dibujan en arena dorada, como si el rey Midas la hubiese acariciado.
La única frontera que concibo es esa línea que divide los azules, entre el mar y el cielo, donde parece que los barcos están cogidos con chinchetas y no hay más fin, que seguir y flotar.
¡¡¡LOS DULCES SUEÑOS ESTÁN HECHOS DE ESO, TODOS BUSCAN ALGO DE TI!!! ¡¡¡DÁSELO Y SUEÑA!!!